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La violencia entre iguales es un grave problema social. Por eso al hablar de acoso escolar, es necesario hacerlo con rigor; hablar claro, con datos y definiciones adecuadas. A cada cosa su nombre. Dejemos claro: el acoso escolar no es cosa de niños.

José Antonio Luengo Latorre nos ofrece una definición clara: hablar de acoso entre iguales supone considerar tres características esenciales: la intención de hacer daño, la reiteración de las conductas y el desequilibrio de poder.

Hablar de acoso escolar supone esto. Nada de tonterías ni chiquillerías. Nada de bromas ni acciones de mal gusto. Nada de cosas de chicos sin más trascendencia ni relevancia.

Una tendencia que se percibe en distintas publicaciones sobre acoso escolar es la necesidad de situar la convivencia saludable como eje central del proceso educativo. Convivencia implica grupo, comunidad, distintos actores que confluyen en un medio donde seres humanos en su proceso de formación, entre los 3 y los 16 años, pasan al menos 6 horas diarias.

Analizar el fenómeno del acoso teniendo la convivencia como clave, permite eludir un error que ha ralentizado su combate:  pensar el fenómeno del acoso escolar de forma binaria:  acosador y acosado.

El acoso escolar es cosa de todos; de toda la sociedad que necesita reconstruir las relaciones sociales, ejemplificando las consignas de buen trato y convivencia que pedimos a los niños; del entorno estudiantil que aplaude, jalea o silencia ante las agresiones; y finalmente del mundo adulto más cercano al alumnado, que en ocasiones mira hacía otro lado o simplemente no mira, por el devenir frenético de la vida en sociedad.

Como padres necesitamos asumir nuestra responsabilidad y establecer límites claros, reducir la exposición prematura y continuada de nuestros niños y jóvenes a la violencia que entra en nuestras casas a través de las pantallas: dibujos animados, videojuegos, noticias, películas, series, etc. Disminuir el umbral de violencia a que son expuestos para combatir la desensibilización y la banalización de la violencia.

Pero también en nuestras relaciones interpersonales, en los hogares y en la comunidad, necesitamos crecer en convivencia, porque también ahí se produce la banalización de los hechos, de falta de calidad, de empatía, de escucha, de respeto. 

Por si misma la educación en valores no producirá resultados definitivos, si el mundo adulto no adhiere a los postulados con los cuales pretende educar a la infancia: convivencia, cooperación, paz, empatía; habilidades, virtudes y valores. Los niños nos miran y no encuentran en nosotros estos modelos.

Deseamos contribuir a la visibilidad de este problema social, compartiendo datos, citas, bibliografía y reflexiones. Nuestra pequeña cooperativa editorial cree en el poder de la visibilización y de la sensibilización en el combate al acoso escolar. En 2018 hicimos nuestra pequeña contribución en esta lucha con la publicación del libro La Cueva de la Pintura: una historia para la prevención del acoso escolar y la guía didáctica gratuita disponible en batidoraediciones.es/acoso-escolar. La Cueva de la Pintura es un libro sencillo, basado en una historia real, pensado para niños de 6 a 9 años que logra transmitir con gran fidelidad las distintas etapas que vive quien sufre acoso escolar. Un libro necesario porque el acoso escolar es un fenómeno real. Dar voz a las víctimas es un paso más en el camino de construcción de empatía y un medio de hacer callar la sensación de indefensión que sienten los que sufren solos, los que sufren en silencio.

Cerramos con algunas de las reflexiones finales de José Antonio Luengo Latorre en su reciente libro El acoso escolar y la convivencia en los centros educativos. Guía para el profesorado y las familias.Publicado por el Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid. Sobre el libro, de lectura imprescindible, cabe destacar el rigor, el gran número de referencias, recursos, casos reales, pero sobre todo la sensibilidad y humanidad que

transmite sus páginas:

Necesitamos cambiar la mirada en la educación. Acercarnos más al corazón. Al alma. Porque estando ahí, cerca de él, escuchando sus latidos, llegaremos donde queramos. Porque creciendo a su lado no tendremos límites.

Necesitamos una mirada cómplice, de afecto y ternura, que nos comprometa. Que nos haga cómplices activos e implicados de la salud del otro. De su bienestar, de su seguridad emocional. De su confianza en sí mismo y en el mundo.

Pero, no nos engañemos, la respuesta al acoso, a la violencia, al maltrato la encontramos en las distancias cortas, en el corto recorrido. Están en las miradas entre padres e hijos. Entre profesores y alumnos. Entre compañeros. Entre amigos. Ahí es donde se juega este partido. En esa trinchera se dan cita los elementos que permitirán arrinconar la escoria, la basura del egoísmo, del individualismo feroz, de la insensibilidad, de la arrogancia, de la prepotencia, de la soberbia, del engreimiento, de la insolencia, de liderazgo nauseabundo y voraz… Del tufo.

El acoso escolar y la convivencia en los centros educativos

Guía para el profesorado y las familias

Esta obra estudia en profundidad el fenómeno del acoso entre iguales y sus repercusiones en la
convivencia escolar. Sus orientaciones prácticas permiten al profesorado y a las familias encontrar
importantes orientaciones y recursos sobre cómo intervenir de un modo eficaz en situaciones de acoso entre iguales para conseguir una mejora de la convivencia entre los jóvenes y en las escuelas.

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